Las Vegas
Dirección y guión: Juan Villegas
Argentina/2018
Josefina Sartora
Juan Villegas siempre se ha interesado
por temas argentinos, con algún abordaje al costumbrismo, que trata con pericia
desde la ficción y el documental. Su lograda comedia Las Vegas abrió el último Bafici y, felizmente, no tardó en
estrenarse.
La película es una prueba cabal de la
fuerza de los campos magnéticos que se despliegan en las relaciones interpersonales.
Laura (Pilar Gamboa) llega al edificio Las Vegas, en el verano de Villa Gesell,
de vacaciones con un joven. Tardamos un poquito en darnos cuenta de que Pablo (excelente
debutante, Valentín Oliva-Wos) es su hijo, el hijo mayor de una madre muy joven.
Las Vegas –típico edificio en decadencia de la costa atlántica- tiene historia.
Allí se conocieron Laura y Martín siendo niños, relación que después derivó en
ese hijo. En la acción de ese campo energético del que hablábamos, a ese mismo
lugar y ese mismo día llegan también de vacaciones Martín (Santiago Gobernori) y
su nueva novia, joven y colombiana. Esa es la oportunidad para que Martín
revise su paternidad no asumida, y él y Laura reconsideren una relación que aún
no han dado por terminada. No menos importante será la iniciación a la adultez
del hijo, atraído por una chica algo mayor también vecina de Las Vegas.
La confluencia de esos cinco personajes
exclusivos dará lugar a múltiples situaciones ambiguas y cómicas, con diálogos
ágiles y sorprendentes, que por su verborragia recuerdan la screwball americana. El cine clásico de
Hollywood está también presente en la temática del recasamiento, o del
reencuentro de ex parejas con temas pendientes. Pilar Gamboa demuestra una vez
más que es una de las mejores actrices argentinas. Su ductilidad aquí alcanza
extremos, con una Laura excedida, histérica y sacada a veces, incluso maldita, llevada
con el histrionismo de una Gamboa poco habitual, ya que la actriz suele
transitar el drama más a menudo que la comedia. Hacía mucho que no me reía
tanto en el cine, como en las escenas en que Laura baja enojada del ómnibus, o
reacciona descontrolada ante un chico que le arroja arena, o maltrata a “la
colombianita”.
Las
Vegas tiene también su matiz documental: Villegas
ha expresado la importancia que el balneario tiene en su propia historia, sus
vacaciones juveniles en ese preciso edificio. Villa Gesell está vinculada
afectivamente a su vida de manera muy íntima, y eso se hace evidente en el modo
de filmarla, en el aire de nostalgia que circula por esas calles, por esas
playas. Villegas muestra el balneario sin disimulos, sin disfraces, sin
embellecerlo. En verdad, toda la película es muy límpida, fresca, sin
subterfugios. Los personajes también están presentados con todas sus falencias
a la vista, a flor de piel, y eso los hace verosímiles y reales.
No es fácil filmar una comedia divertida,
con una mecánica narrativa de timing
justo, y sin caer en tópicos o lugares comunes televisivos. Y Villegas lo ha logrado.
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