El cine de Travis Wilkerson
El
8º Festival de Cine de México ha terminado después de mostrar una excelente
selección del cine contemporáneo más nuevo, con una impecable organización. Eva
Sangiorgi ha culminado su gestión como directora, y lo más notable fue que ni
durante el festival ni en la ceremonia de premiación se mencionó una palabra
sobre el futuro del FICUNAM, o tan sólo se manifestó el deseo de que este
continuara. Y nos fuimos con el gusto amargo de sentir que del futuro no hay ninguna
certeza.
El
FICUNAM ha sido muy preciso en el carácter político de sus películas, casi
todas ellas de fuerte contenido social, cuando no abiertamente activistas. Este
último caso fue patente en la retrospectiva dedicada a Travis Wilkerson, uno de los puntos más altos del Festival. Nacido
en 1969, el célebre Santiago Álvarez lo inició en el cine documental, de donde
nunca se ha apartado. Toda su obra despliega una mirada crítica al sistema de
vida de los Estado Unidos, a partir de desenterrar pequeñas historias que
permiten referirse al pasado y la memoria. Wilkerson reacciona ante la
imposibilidad patológica –dice- de los dueños del poder para hacer una
introspección sobre sus conductas en el campo del militarismo, las cuestiones
sociales o raciales. A ello se dedica su cine, a menudo a partir de historias
personales o familiares, no por una cuestión narcisista sino para indagar en su
propia historia la historia del país.
Es
el caso de su último film Did You
Wonder Who Fired the Gun? (2017). Es
un documental en primera persona, en el que Wilkerson narra una historia
familiar, culposamente. Desde el principio declara que su historia versa sobre
la Pesadilla Blanca, y presenta los detalles de racismo que rodearon el hecho
de que su abuelo matara en 1946 a un negro a balazos y nunca fuera condenado ni
siquiera llevado a juicio por ello.
Wilkerson se vale de la fotografía
en blanco y negro para presentar hoy imágenes atemporales del Sur profundo
ominoso, sus habitantes y casas fantasmales, tratando de investigar y
reconstruir aquel hecho y averiguar qué sucedió posteriormente con sus
protagonistas. A falta de testimonios de época y datos claros, el director
–cuya voz susurrante relata la historia en off
y nunca aparece en pantalla- experimenta con la imagen: introduce fotogramas en
color, colorea el blanco y negro, superpone planos, fotogramas en negativo,
utiliza fotos y películas caseras y música negra del Sur de manera harto
expresiva. Este film establece un contrapunto con aquel otro, Matar
a un ruiseñor (Robert Mulligan 1962) contraponiéndose dialécticamente al
sistema de representación de lo político de Hollywood.
Wilkerson investiga para
contextualizar los hechos, ocurridos en tiempos de violencia sexual y racista,
anteriores al boicot contra los omnibus que se produjo en Alabama y cambió las
leyes discrimatorias de Estado Unidos. Con testimonios de entonces y actuales,
que evidencian la desaparición de la víctima o invisibilidad negra, pone en
evidencia el alto grado de racismo que existía en ese país y que hoy sigue
igual de vivo, amenazándolo solapadamente. Racismo que persiste en su propia
familia.
Wilkerson utiliza su propia voz como
herramienta política. Sus películas se componen de planos fijos –a menudo en
blanco y negro- y la voz del director en off,
como un susurro, una voz tan expresiva que es imposible mantenerse ajeno al
efecto de su timbre musical, de su melodía. En Machine Gun or Typewriter?
(2015) la búsqueda de un amor perdido sirve de excusa para transitar historias
de Los Ángeles. Con un montaje deudor de Santiago Álvarez –de quien Wilkerson
aprendió que hay que filmar la idea que uno tiene, sin depender de los
recursos, trabajar con lo que hay- el documental atraviesa temas como el
antisemitismo, el sistema de clases, los desechos de la Historia.
For Michael
Brown
(2014) es un homenaje a Michael Brown, un negro que fue asesinado por un
policía blanco que no fue condenado, y su cuerpo estuvo tendido en el suelo por
4 horas y media. En el sepelio, su padre pidió 4 minutos y medio de silencio, y
eso es lo que dura este film, en pantalla negra. A la manera de John Cage.
En
su búsqueda arqueológica de la otra historia de los Estados Unidos, Sand
Creek Equation (2012) evoca el pasado de su estado natal, Colorado, que
en el sigo XIX fue entregado en parte a los indios cheyene y aparajó, para que
allí se instalaran. Después descubrieron oro. ¿Cuál es el mejor método para
sacar a alguien de su territorio? Provocar hasta la reacción, y después,
reprimir hasta el exterminio. Tal la historia que narra la voz del director de
la masacre que eliminó a todos los originarios de esa zona, hoy yerma y
desierta. Para Wilkerson, la dialéctica es el espacio donde se da la política;
por eso, sus films a menudo combinan dos cosas aparentemente separadas. En este
caso, Sand Creek está vinculado a Gaza, donde el ataque a 4 israelíes fue respondido
por la masacre de 1.400 palestinos. Métodos similares, iguales penurias para
esos espacios tan disímiles, las llanuras de Colorado y las ruinas y escombros
de Gaza, espacios de aniquilación de pueblos originarios.
En For
the 150th Aniversary of the Sand Creek Massacre (2014) vuelve sobre aquella
matanza, en un film sin comentarios, con panorámicas de esas llanuras con sus
pastizales azotados por el viento. Planos fijos que evocan el cine de James
Benning, tomados con una lente que hace foco en el centro y difumina los
bordes. La banda sonora deja oír exclusivamente explosiones y disparos, lo cual
da otro valor y significación a la imagen, sugerentes de aquella masacre. Sin
embargo, por los títulos finales sabemos que el sonido fue grabado durante los
fuegos artificiales del festejo de la Independencia, amarga ironía.
Fragmentos de
disolución
(2012) pertenece al largometraje colectivo Far from Afghanistan, y aquí
Wilkerson entrevista a la viuda y la madre de dos combatientes que se
suicidaron al regresar a su país. Al parecer, el número de soldados que se han
suicidado al regresar, porque no podían vivir con el recuerdo de lo realizado
en Afganistán, supera el número de bajas en batalla. En planos fijos en blanco
y negro, las mujeres hablan de la depresión, el remordimiento y la desesperación
de esos hombres y del abandono en que los dejó su ejército. Pero en su
acostumbrada dialéctica, el film presenta también dos casas muy precarias de
Detroit que se incendiaron por la incorrecta instalación eléctrica de sus
calefactores, muriendo sus ocupantes, familias carenciadas del imperio
capitalista. Dos modos en que ese imperio devora sus propios intestinos.
Los Angeles
Red Squad: la situación comunista en California (2013) es un tremendo
testimonio de la acción del Escuadrón Rojo parapolicial que en la década de
1930 persiguió en Los Ángeles a los sindicalistas primero, y al movimiento obrero,
para más tarde reprimir toda acción que se orientara hacia la izquierda. Brazo
armado al servicio del poder capitalista, reprimió a grupos y manifestaciones
que reclamaban por los derechos civiles, en reuniones que el documental cita
minuciosamente, dejando la representación de la violencia fuera de campo. La
metodología es tan conocida como eficaz: el infiltrado que trabaja desde dentro
de la organización, sembrando la desconfianza y el desánimo entre los compañeros.
La historia es contrapuesta dialécticamente con imágenes de una Los Ángeles
actual. ¿Cómo representar esa ciudad tan filmada y
fotografiada? La pintura que hace Wilkerson se aleja de los modos tradicionales
de representación, con una Los Ángeles irreconocible.
An Injury to One (2002) indaga sobre la evolución de la explotación
minera y el abuso en Butte, un pueblo de Montana donde vivió el director en su
juventud. Cuando se descubre cobre en sus entrañas, a fin del siglo XIX, la
compañía Anaconda lo extrae, convirtiendo ese pueblo en una próspera ciudad,
sobre todo durante la Primera Guerra Mundial. La explotación y abuso de los
trabajadores mueve a la reacción, violentamente reprimida cuando se forma un
sindicato. La patronal asesina a Frank Little, un activista social mestizo que
trabajaba por mejorar las condiciones laborales, en 1917, y quien había acudido
a Butte para organizar a los trabajadores. Dashiell Hammet trabajaba entonces
para la agencia Pinkerton de detectives, y dice haber sido tentado a participar
en su linchamiento. Cosecha roja se
basa en las huelgas de esos mineros. Convertido en zona de desastre, años después
la compañía abandona el pueblo, dejándolo totalmente contaminado. La historia
está narrada con la extrema melancolía de la voz en off de Wilkerson sobre grafismos y fotos históricas en blanco y
negro y actuales, en color. Otro documento de cómo el sistema se devora a sí
mismo.
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