La temporada del diablo (Ang Panahon ng Halimaw)
Dirección y guión: Lav Diaz
Filipinas/2018
Uno de los títulos que despertaba mayor
interés en el FICUNAM era la nuevísima película de Lav Diaz, jurado aquí de la
Competencia Internacional: La temporada del diablo. Diaz vuelve
a entregar un inmenso film –de casi 4 horas- sobre la historia de Filipinas.
Inmenso por la relevancia del tema, de su tratamiento, y por los recursos
empleados. Durante la dictadura de Ferdinand Marcos, en 1979, cuando los
militares poseen todo el poder y cometen toda suerte de abusos, se han
entregado armas a los civiles con el propósito de reprimir para “combatir el
comunismo”. Época de anarquía, que de alguna manera puede relacionarse con la
actual. El foco de la historia sigue las arbitrariedades de una milicia paramilitar
en un pueblo de la selva, y del otro lado se le contraponen un poeta que ha
perdido toda ilusión -suerte de figura arquetípica de su cine- y una médica que
trata infructuosamente de ayudar al prójimo. Los acompaña una bruja o chamana que
ha perdido esposo e hijo, una de tantas mujeres que habitan esas zonas
castigadas por el hombre, donde los rebeldes están desaparecidos.
Diaz relata esta historia de abusos,
extorsión y represión en pocos planos fijos, y los diálogos son cantados. Sí, a
modo de ópera a cappella, todos los
personajes se comunican cantando. Del lado de los milicianos, con euforia,
activos, amenazantes; del lado de las víctimas, estas permanecen más extáticas,
abatidas, aplastadas por el poder. Los actores no son cantantes líricos, pero
sus arias, dúos y recitativos se elevan desde la miseria con una naturalidad
que capta al espectador. Se traduce cierta perversión en el recurso, sobre todo
cuando las melodías que cantan los represores son muy pegadizas (con su estribillo
La-la-la / la-la-la-haaa). No es el
único elemento no realista: Narciso, el líder de los represores, tiene dos
caras, cual Jano bifronte, una de ellas bastante parecida a la de Marcos.
Lav Diaz vuelve sobre un período negro
esta vez de manera directa, literal, sin recurrir (casi) a simbologías o alegorías. Ver La temporada del diablo es una
experiencia durísima, que remite a nuestra propia historia. Contiene en sí
misma muchos elementos del cine de Diaz, que ha utilizado en películas
anteriores. Basada en personajes y hechos reales, cuenta también con elementos
mitológicos, que los paramilitares identifican con los rebeldes. Tal vez caiga
en lo evidente al decir que la divertida perversión de los represores me
recordó The Act of Killing, de Joshua Oppenheimer, sobre otros
personeros del mal. Filmada en blanco y negro como suele hacer Diaz, los planos
generales fijos poseen una profundidad de campo en donde la acción se
desarrolla sin atenuantes, siendo particularmente tan duras como bellas las
escenas interiores, algunas con imágenes de tortura, que el fotógrafo Larry
Manda filma con una sola fuente de luz y casi en tinieblas. Una experiencia
fuerte, larga y fascinante.
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