1 de febrero de 2018

En defensa de la verdad

The Post: los oscuros secretos del Pentágono (The Post)
Dirección: Steven Spielberg
Guión: Liz Hannah y Josh Singer
Estados Unidos-Reino Unido/2017

Josefina Sartora


Steven Spielberg se ha auto constituido en una suerte de cronista fílmico de la historia de los Estados Unidos, según su personal punto de vista decidido a glorificar el espíritu americano, su cultura o el american way of life. Gran parte de su filmografía apunta a ese objetivo: Lincoln y la construcción de las instituciones; El color púrpura y la reivindicación de la identidad racial; 1941 y el estallido de la Segunda Guerra Mundial; Rescatando al soldado Ryan y la participación yanqui en esa guerra; El puente de los espías y el tránsito por la Guerra Fría; varios sobre la carrera espacial, sin agotar la lista. En algunas oportunidades, allí estuvo Tom Hanks con la mueca de su sonrisa sardónica para encarnar al héroe americano, pulcro, íntegro, intachable.

Durante la presidencia de Lyndon Johnson, la guerra de Vietnam ya se ve ingobernable, la derrota está allí. Pero por el contrario, el Secretario (o Ministro) de Defensa, Robert McNamara, no quiere aceptarla. El New York Times accede a documentos secretos del gobierno que revelan que desde Eisenhower, pasando por Kennedy y Johnson hasta llegar a Nixon, los Estados Unidos han intervenido en las políticas internas de Vietnam y desde hace tiempo saben que esa guerra está pedida. Y publican esos Pentagon Papers.


The Post refiere a The Washington Post, el periódico que cubre las noticias de la capital del país. Es decir, que ahora Spielberg se dedica a glorificar la labor del periodismo. En 1971 el diario cubría las noticias de la capital, con algo de chismografía, y luchaba por su supervivencia. Son tiempos apenas previos al escándalo Watergate. Su propietaria era Katharine Graham (Meryl Streep en otra actuación notable, nominada al Oscar), quien ha recibido ese legado familiar sin tener una formación profesional, con un pasado familiar doloroso, incapaz de tomar la palabra en una junta de inversores varones. Su director Ben Bradlee (Tom Hanks) ve que el Times les ha ganado una batalla periodística, y cuando el gobierno reacciona e intenta censurarlo, se pone de su lado. Más aún cuando esos papeles secretos también llegan a sus manos, gracias a la astucia de uno de sus editores (excelente Bob Odenkirk, distante de su personaje de Better Call Saul).

Se entabla entonces un dilema: ¿publicar la verdad vergonzante, que miles de muchachos fueron enviados a una guerra perdida, amenazando así la estabilidad del poder? ¿Arriesgarse a una batalla legal que los llevaría hasta la Suprema Corte y tal vez al cierre del diario? Para la señora Graham este conflicto es mayor, en cuanto ella es amiga personal de McNamara y comparten los espacios del poder.


Hace muy poco vi Rumores de guerra (The Fog of War), el documental que Errol Morris realizó sobre la trayectoria de McNamara. Resulta bastante asombroso que el ex Secretario accediera a horas de entrevistas, a sus 85 años, recordando esos años aciagos, justificando cada acto de gobierno. En 1971 ya no estaba en el cargo, había pasado a ser Presidente del Banco Mundial. En el documental, él cita a Kay Graham, quien le hace notar que Johnson lo echó de su puesto. McNamara ejerce presión, incluso amenaza a su amiga para que no publique la verdad.

Spielberg no abandona su lucha, pero debe adaptarse a los tiempos que corren, con la llegada de Trump a la suma del poder público. Nada es tan preciso, ni tan claro como solía. Los valores han perdido precio, o por fin los norteamericanos se dan cuenta de que nada es taxativo, que se acabaron los contrastes, que la vida circula en una suerte de claroscuro, donde los grises imprimen la tonalidad al siglo XXI. Sus héroes aquí no son monocromáticos, ni tienen una sola faz, viven con sus fallos, sus dudas, con más preguntas que respuestas. Pero sigue incólume su defensa del sistema, de la democracia y sus instituciones. Hablando del pasado, Spielberg da una lección sobre el funcionamiento de la democracia, sobre la independencia de los poderes, lección que también puede estar dirigida a nuestro país. Y lo logra con una mano experta en el desarrollo de la narración clásica, en el manejo de los tiempos, del timing, la urgencia y el suspenso. 
--> Es un maestro en el manejo del montaje paralelo.  Pero no podemos dejar de lado su evidente moralina, y alguna autoindulgencia. Spielberg ha declarado que deseaba dar un mensaje en momentos en que Trump amenaza ese orden democrático. No olvidemos que lo hace en la era de los wikileaks, Julian Assange y Edward Snowden.



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Por otro lado, su narrativa abarca una pintura de época, fotografiada por Janusz Kaminski en grises y azules para el ámbito periodístico, dorados y cálidos para el hogar de Kay Graham, con el humo del cigarrillo constante, con un vestuario que determinaba posiciones de poder, y conductas que hoy parecen superadas, sobre todo en cuanto a la condición femenina. Una línea narrativa subterránea atraviesa la toma de conciencia de Kay Graham, quien asume su rol, su lugar por derecho propio a pesar de la presión masculina, acompañada por las sometidas asistentes femeninas en un mundo de hombres.

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